Monday, February 12, 2007

13 El maravilloso mundo de los ratones

Entramos en la cueva en formación de fila pero la que no es la india. Podemos decir de alguna forma entramos en la cueva como entran los 4 cuatreros en un pueblo : todos a la vez, desafiantes y sin ningún miedo. Para que el lector no se pierda en mi relato, recuerdo que en esta aventura somos Edgar el pollo, la niña (tostada del fuego en la cosechadora), su nuevo amigo invisible y por último Yo el narrante. A pocos metros de entrar en la cueva, cuando la luz del sol va perdiendo su poder dos detectores de presencia colocados a ambos lados de la cueva nos detectaron e activaron el sistema de iluminación. De dos agujeros situados a derecha e izquierda salieron respectivamente dos ratas grandes como gatos, vestidas ambas como la guardia suiza del papa, tras ellas otras dos, y otras dos, y dos mas... ( no puedo decir cuantas había exactamente porque no las conté), al final de todas otra rata vestida de comandante general, fumando un puro, y con gafas de sol. Esta última se dirigió a nosotros dandolé caladas al puro. " Buenos días señores. Soy el comandante Ramírez ¿Tienen ustedes cita con el ratoncito Perez ?", " no señor" ( contestó Edgar). " Pues síganme". Seguimos al pelotón ratonil y según nos internábamos en la cueva las luces que antes se habían encendido ahora se apagaban y otras delante de nosotros se iban encendiendo. El suelo y las paredes de la cueva parecían de marmól. Eran dibujos formando mosaicos, realizados con pequeñas piedrecitas ,que si te fijabas, como hice yó, te dabas cuenta que no eran piedrecitas sino dientes: Dientes con caries, dientes blancos ,dientes amarillos y todos se combinaban para formar dibujos que parecían contar historias donde los protagonistas eran ratas. Llegados a un punto el camino se dividió en dos. A la derecha un camino donde se podía leer "con cita ". A la izquierda " sin cita". Pese a lo que todo el mundo pueda creer el pelotón se dirigió al camino donde se podía leer " con cita". Nosotros les seguimos como nos habían ordenado. " Perdón comandante Ramírez, me parece que vamos por el camino de los citados y le recuerdo que nosotros no tenemos cita". "Eso es cierto, pero a esta hora la ratitas de la limpieza están fregando el camino de los sin cita, y como al fin y acabo ambos caminos conducen al mismo sitio, me he tomado la licencia de conducirles por este otro camino. Amigo mío licencias de Comandante". Los dos camino se unían en una rotonda, que en el país de los ratones se llama ratonda, este chiste se le ocurrió a Edgar, que tenía la gracia muy floja ( las setas). Enfrente a la ratonda había una gran puerta de madera de raiz de olivo. Al lado de la puerta dos letreros. Uno donde se podía leer " Esta puerta es de madera de raiz de olivo, regalo del rey de los topos", en otro " Ratoncito Perez". El comandante Ramirez nos hizo sentar en el cesped de la ratonda, donde esperaríamos a que nos llamaran. Entre el cesped crecían setas, y en la espera nos las comimos, los cuatro, porque despues de comerme estas setas ya pude ver yo también con mis propios ojos al amigo de la niña esta que venía con nosotros y que no se muy bien como se llama, si hombre la que se quemó el pelo que creíamos que estaba muy muerta. Otro día continuo con mas.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

y en marzo no escribiste nada?
Abril va por el mismo camino?

11 April, 2007  

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