Thursday, February 01, 2007

12 Llegamos a la cueva del Ratoncito Pérez.

La gasolinera estaba cerca, nada mas incorporarnos a la carretera, a continuación del puente. Era pronto, y Edgar tenía un aliento a perfume, cosa fina. Tuvimos los mismos problemas para repostar que en el día anterior. Llenamos un barril de fuél y luego con una gomita chupando llenamos el depósito, lo dejamos llenando mientras desayunamos en la gasolinera. La gente nos miraba con cara rara, pero totalmente lógico con el cuadro que formábamos. Edgar ya estaba fumando. Desayunamos todo lo que pudimos: zumo, tostadas, Bacon, huevos fritos ( que Edgar también se los comió para mi asombro), galletas con leche, leche con cereales, café con leche....Lo de los huevos de Edgar es como un acto de canibalismo, porque algo de su especie si que tienen que ser lo huevos, pero por otra parte parece que está de moda, Tom Cruise un actor famoso se había comido la placenta de su hija ( o de su mujer, es que no se muy bien quien le pertenece la placenta), lo que no nos cuentan es como se la comió: ¿fue para desayunar, almorzar o para cenar?, ¿con acompañamiento de alguna salsa?, ¿qué salsa va bien para la placenta?, ¿ que tenedores hay que utilizar para comer una placenta, o se come con cuchara?. Nos llevamos la revista que contaba esta historia y otras cuantas para el camino. Pagamos no sin antes llevarnos otro barril de fuél por si nos quedábamos sin combustible. Al salir de la gasolinera, me dí cuenta de nuestras limitaciones para circular por la carretera, entonces cogí el mapa que estaba mojado y con los bordes quemados, y tracé una línea recta desde la gasolinera donde nos encontrábamos. A partir de ahora íbamos a circular campo atraves: somos un barco pirata en el mar de castilla, nuestro barco se llama cosechadora. Cuando llevábamos 1 kilometro doscientos metros, Edgar me pidió que parase un momento que había visto setas. Al rato se presentó con un montón de setas, todas de colores, rojas, verdes, amarillas. Yo nunca que comido setas, porque me dan mucho miedo, pero al ver que Edgar entendía, me dío la seguridad necesaria para probarlas. Edgar decía que no hacía falta cocinarlas, que como mejor están son crudas recién arrancadas. Comimos todas las setas. Desde ese momento empecé a ver todo como en mi televisor viejo Telefunken Pal-color. Todo en tres colores: azul, rojo y verde, y siempre en tonalidades muy chillones. La niña empezó hablar con alguien que nosotros no veíamos. Reanudamos la marcha y a todos nos entró una risa floja. Al kilometro doscientos metros, y tras una encina nos encontramos con una cueva. En la entrada había un cartel donde se podía leer, en letra arial : " Cueva del Ratoncito Pérez". Esto teníamos que verlo con nuestros propios ojos. Yo no entendía como estando aquí esta cueva a nadie se le había ocurrido explotarla turísticamente, porque el ratoncito Pérez es mas famoso que el Papa, y todo lo que tiene que ver con el ratoncito Pérez vende. Otro día continuo.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Pero hombre,continua.
No nos puedes dejar asi,vas lento.
Te has pasado un poco con lo de la placenta,K asco!!!
Kiero saber k pasa en la cueva del ratoncito Perez!!!

08 February, 2007  

Post a Comment

<< Home